Que contendáis ardientemente por la fe...

Que contendáis ardientemente por la fe...

El apóstol Judas, hermano de Santiago y, muy posiblemente, hermano de nuestro Señor, vivió sus últimos años en los que el descaro y la herejía estaban impregnando la vida santa y común de la Iglesia. La fe primitiva que él había presenciado desde sus inicios, ahora se hallaba duramente bombardeada, y los agentes secretos del maligno habían posesionado la bandera del mal entre los dirigentes mismos de aquella Iglesia de fines de siglo.

Aquella Iglesia qué vio nacer después de la Resurrección, aquella Iglesia fortalecida en Pentecostés y aquella Iglesia fiel en las persecuciones descuidó su velar de atalaya y permitió que los rufianes disfrazados, aquellos lobos vestidos de ovejas, que no perdonan el rebaño, convirtieran la Gracia de Dios en un nefasto libertinaje. El mal que atacaba a los creyentes no venía de afuera, sino de dentro mismo de sus filas. Los enemigos eran los de la propia casa, y los pequeñitos estaban siendo confundidos por el veneno del error premeditado y la ideología anti bíblica.

Por eso Judas, en su profundo amor por el Salvador, y celo por el Evangelio esgrime la profunda exclamación en un grito de guerra para despertar a los dormidos, pero verdaderos, creyentes: “Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”

Ese es nuestra labor hoy. ¡Qué los creyentes se levanten a pelear por aquella fe que fue dada en el Calvario! Que los verdaderos discípulos se vistan de las armas de la luz, las cuales no son carnales sino llenas de poder celestial, y se propongan a derribar las fortalezas del enemigo, echando a tierra todo argumento que se levante contra el Evangelio y llevando todos los pensamientos cautivos en obediencia a Cristo, pues su Señor va delante de ellos y Él mismo los revestirá de su fuerza poderosa.

Que nosotros seamos el instrumento para despertar a los valientes del Rey, y que un día se nos pueda decir: ¡Bien hecho mi siervo fiel!

Es nuestro deseo decirte: Persevera hermano mío, persevera en la gracia y defiendo el Evangelio. Vívelo aunque te cueste la vida y predícalo aunque te cueste la muerte. Levanta tu voz en el desierto del mundo y prepara la Venida del Señor en este tiempo de escasez de la predicación bíblica. Endereza tus sendas.

La Gracia del Señor y Padre sea con todos ustedes.

Misión Clamor en el Desierto C.I.T.W.

martes, 8 de octubre de 2013

El Propósito del Sufrimiento

Siempre ha sido una intriga para mi corazón estas dos preguntas:
            ¿Por qué sufrimos los cristianos?
            ¿Por qué el padecimiento caracteriza la vida del siervo de Dios?
Estas cuestiones se han planteado con frecuencia miles de cristianos en todo el mundo, sin saber que las respuestas a ellas les revelarían el espíritu mismo del cristianismo.
A través de toda la Escritura encontramos que el ingrediente de Dios para capacitar a sus siervos, o revelarles sus secretos, era el sufrimiento.
En sus inicios, Jesús enseñó que el sufrimiento era parte de servirlo a Él y seguir Su Voluntad:
            “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la Justicia, porque   de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa           os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo[1]
            “Se les acercó un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré a donde quiera que            vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos, nidos;         pero el hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza[2]
            “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo[3]
Estos pasajes nos muestra la clara percepción que tenía Cristo de lo que implicaba seguirlo a Él. Jesús no escondió de todos sus seguidores de todas las épocas que andar en Su Camino significaría sufrir persecución y desprestigio, vivir sin protección ni descanso, y morir voluntariamente. El profeta Isaías, siglos antes de que el Salvador del Mundo viniera a esta tierra, profetizó el carácter que tendría el Mesías. Él escribió:
            “Varón de Dolores, experimentado en sufrimiento[4]
Este principio de su carácter Jesús les enseñó a sus discípulos. Los apóstoles fueron testigos de la vida y sufrimientos de Jesucristo[5] y recibieron el mejor ejemplo de su Maestro, quien les ordenó instruir lo que de Él aprendieron[6].
Viendo el curso de la Historia, yo me atrevería a decir que la Iglesia de la actualidad ha perdido el significado de Seguir a Cristo, afanándose en teologías de prosperidad y en recibir, recibir y recibir. El cristiano de hoy, al ver la dificultad y las crisis en su vida, sin pensar deja el Camino, pues quiere todo lo que es fácil, lo simple, lo que no cuesta. “Hay algunos que tendrían a un Cristo barato. Le tendrán sin la cruz. Pero el precio no va a bajar[7]. Una vez un amigo me dijo: “Dios nunca te va a dar lo fácil, sino lo que requiere esfuerzo”. La Escritura nos habla de batallar y ser valientes para conquistar el galardón celestial a través del sacrificio. Así como el apóstol Pablo dijo: “Porque yo ya estoy listo para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez Justo, en aquel día...[8]. Este es el tiempo de volver a las enseñanzas del Maestro, y entender por qué es necesario el sufrimiento en la vida cristiana. Vital será para el pueblo de Dios el saber que a nosotros nos es concedido, no solamente creer en Él, sino también que padecer por Él[9].
La Palabra de Dios, en la Primera Epístola del Apóstol Pedro, nos transmite este legado a nuestros días, recordándonos el ejemplo de nuestro Gran Capitán, para seguir sus pisadas[10] y ser participantes de sus padecimientos[11].
¿Por qué es necesario el Sufrimiento en la Vida Cristiana?
Para responder a esta pregunta, la principal de este tema, es necesario considerar y comprender una cosa:
            El Propósito Divino para las pruebas y padecimientos.
Esto nos responde la pregunta y nos muestra cómo tenemos que estar preparados y consientes que Dios no ha cambiado en sus expectativas y exigencias para con Su pueblo. Él es el mismo ayer, hoy y por siempre[12].
El Propósito de Dios para las Pruebas y Padecimientos
En su primera carta, en cada versículo que aborda este tema, Pedro va lanzando el propósito que tiene Dios para el sufrimiento[13]. Pero este tema no es exclusivo del apóstol porque, a lo largo de la historia, los siervos de Dios fueron tratados y entrenados bajo ésta cláusula, la cual muchas veces implica sensación de abandono por parte de Dios, de injusticia y de frustración.
Vemos a hombres como Abraham, Jacob, José, Moisés, David, Jeremías, y hasta el mismo Hijo de Dios[14], siendo moldeados o tratados por la aflicción y el sufrimiento. Clive Stamples Lewis, el reconocido apologista y catedrático en las universidades de Cambridge y Oxford[15], comentando sobre los sufrimientos del Salvador, dijo: “¿Abandona Dios a sus mejores servidores? El más leal de todos ellos pronunció estas palabras al borde de su atormentada muerte: ¿Por qué me has abandonado? Cuando Dios se hace hombre, ese Hombre, en el momento de mayor necesidad, recibe menos ayuda del Padre que ningún otro. Aun cuando estuviera en condiciones de explorar este misterio, yo no tendría el valor para hacerlo[16].
Cristo fue el Sufriente por excelencia, su experiencia fue basada en el quebranto, estuvo solo en su hora más cruel, fue despreciado por sus enemigos y abandonado por sus amigos. Y lo peor, fue rechazado por su Padre, padeciendo bajo su santa y terrible Ira. Pero este fue el precio para ahora tener el Nombre sobre todo nombre, para alcanzar lo[17] sumo. Y las Escrituras nos muestran que debemos seguir su ejemplo, ir en pos de Él. Y debemos mirar hacia el dolor con valor y gozo,  “y no solo esto, sino que nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado[18].
            Con lo visto hasta ahora, podemos ver que somos expuestos a las pruebas y el      sufrimiento para ser recompensado cuando Cristo venga por los suyos, para que            seamos dignos de la honra y recompensa que por Él serán dadas.
Una vez leí una pequeña ilustración sobre la historia del Rey David que me hizo comprender la importancia del sufrimiento en el siervo. Cuando en el relato se refiere a la porción del don divino que él recibiría, se le dice a David: “debo decirte que se te ha dado algo glorioso. Es lo único, en todo el universo de Dios y de los ángeles, que puede cambiar el corazón humano. Sin embargo, ni siquiera este elemento de Dios puede llevar a cabo su tarea ni crecer hasta llenar todo tu ser interior a menos que este bien combinado. Tiene que ser pródigamente mezclado con quebrantamiento, tristeza y aflicción[19].
Esta breve historia nos muestra que lo especial de Dios en David solo podría ser formado a través del duro trato del dolor y quebranto, elementos clave que se observa en toda su vida, desde que fue pastor de las ovejas de su padre hasta que se convirtió en el mayor de todos los reyes de Israel y Judá. Uno de los periodos más impactantes de su vida es cuando tuvo la oportunidad de matar a su cruel enemigo Saúl[20]. Por derecho y justicia él podía hacerlo pero, ante Dios, David prefirió seguir sufriendo al realizar el acto de bondad y misericordia al perdonarle la vida, que matar a su adversario y convertirse en rey rápidamente. Él tenía todos los puntos a favor y las justificativas para hacerlo, pero David sabía que Jehová exigía más de él. Esto le acarreó el ser, por más tiempo, un prófugo de la “justicia”, y llevar una vida nómada y sufrida. Esta es una hermosa analogía para nuestros días de lo que Dios espera de su pueblo. Una vez más se nos dice, como antaño se escribió: “Mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal[21] y “lo que merece aprobación es que alguien, a causa de la conciencia delante de Dios, sufra molestias padeciendo injustamente, pues ¿qué merito tiene el soportar que os abofeteen si habéis pecado? Pero si por hacer lo que es bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, y dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas[22].
            Otro de los propósitos del sufrimiento es demostrar si somos capaces de   permanecer en la Voluntad de Dios aun en la adversidad y cuando las     circunstancias se muestran a nuestro favor cuando ello implica que debamos             alejarnos de esa Voluntad.
Una frase ha sido de mucha influencia para mi vida, y es esta: “el compañerismo más cercano con tu Salvador y tu tesoro, que jamás conocerás, es participando de sus Sufrimientos[23]. Esto es el anhelo natural y normal de todo hijo redimido de Dios. El exclamar ¡Usa mi vida redimida para lo que Tú quieras, donde quieras y como quieras! Y este debiera ser un factor normal en el cristianismo, si realmente es verdadero. Es como dijo un valiente hombre de Dios: “El único derecho que tiene el cristiano es el derecho a renunciar a sus derechos[24]. Llevar la cruz y seguir a Cristo, unirme a su destino, ser miembro de su carne y de sus huesos.
Podemos negarnos a cargar la cruz, pero “cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del Señor: somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor[25]. Podríamos adaptar la frase de Francisco de Asís y decir que podríamos ser pastores, líderes, evangelistas o misioneros, y con todo, el Señor nos dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mi, hacedores de maldad[26]
Miremos las Escrituras. Ellas nos muestran que el dolor y el sufrimiento son partes esenciales del cristianismo. El cristiano normal y corriente, si es digno de tener ese título, sufrirá. Y ese era la meta de todo discípulo fiel.
El apóstol Juan registra las siguientes palabras de Jesús: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pro porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece... Si me han perseguido, también  a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardaran la vuestra[27]. Mateo escribió del Maestro lo mismo: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre[28]. Pablo le decía a su amado hijo Timoteo que: “y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución[29]. Los primeros discípulos consideraban el padecer por Cristo como el mayor privilegio: “y ellos salieron... gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre[30]. El programa de discipulado de Pablo a las iglesias consistía en: “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de los Cielos[31]. El mismo Pablo escribe su más noble deseo: “quiero conocerlo a Él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a Él en su muerte”[32]. En esa misma epístola, Pablo le dice a los de Filipos[33]: “a vosotros os es concedido... que padezcáis por el” y “haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo”. Además este apóstol documenta el diario vivir de los apóstoles del Cordero, dice: “porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como a postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres” y luego dice: “os ruego que me imitéis[34] [35].
Los primeros cristianos sabían lo que era ser un seguidor del Cordero. Muchos hoy en día hablan de que el Señor Jesús murió para evitarnos el dolor, pero “el Señor Jesús no ofreció Su vida, ni derramo Su sangre para evitarnos el sacrificio de nuestras vidas ¡De ninguna manera! Su sacrificio fue para hacer el sacrificio de nuestras vidas posible y deseable.[36]. El Gran Capitán de nuestra Salvación y sus leales seguidores de los primeros días de la Iglesia lo dejaron manifiestamente claro. Ellos tuvieron el valor que nosotros carecemos hoy en día. El cristianismo no ideó el sufrimiento, el dolor o la persecución, pero este era el resultado esperado a su mensaje, y dio el valor suficiente para soportarlo.
Esto es muy hermoso y desafiante, aun para cristianos bebes como tú o como yo. Nos lleva a desear lo mismo y a enlistarnos en las filas de los mártires y testigos del Cordero. Pero Él mismo dijo que debemos estar conscientes del precio a pagar, ser discípulo lo cuesta todo.[37]
Jesús está en el huerto, la Cruz está adelante. Él escoge los clavos, el dolor, la maldición y la muerte. Pedro, testigo ocular de los dolores y las glorias de Cristo, dijo: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino en la Voluntad de Dios[38].
En nuestros días, escuchar o leer sobre esto pareciera algo extraño. Extraño digo, sólo para los que no son realmente cristianos. El verdadero hijo de Dios tiene el deseo de agradar a su Señor cueste lo que cueste. Pero el valor para ello no viene de nosotros. Algunos hermanos no entienden por qué sufren, pero las palabras de ánimo de la Escritura son: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros... si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dio por ello[39].
Este es el Testimonio de la Escritura. La meta de todo cristiano verdadero es ser semejante a Jesucristo. “El mayor bien que puede obtener todo individuo es ser semejante a Cristo[40]
            Entonces, las Escrituras enfatizan rotundamente que, además de los ya vistos,     uno de los grandes propósitos del sufrimiento es el tener el honor de ser           partícipes de los padecimientos de Cristo,    seguir su ejemplo y alegrarnos de         padecer por Él, como también el ser testimonio de su Palabra al mundo.
El Evangelio actual del No Sufrir
Escribí anteriormente que la Iglesia ha perdido el significado de ser cristiano y seguir al Maestro Redentor. Esto es por la clara enfermedad que se ha propagado en los distintos círculos y denominaciones cristianas. Estoy hablando de la peligrosa y mortal teología de la prosperidad, la cual consideraría repulsivo todo lo que acabo de exponer de las Escrituras. Ellos hacen y deshacen con las Escrituras para sostener su veneno mortal. Ciertamente estos predicadores entran en esta categoría: "En nuestros días oímos que los hombres sacan un versículo de la Biblia de su contexto y exclaman: ¡Eureka, Eureka!, como si hubieran encontrado una nueva verdad; cuando en realidad no han hallado un diamante genuino sino un pedazo de vidrio roto."[41]. Su doctrina letal ha influenciado el cristianismo de los últimos cincuenta años, gracias a Dios que Él mantiene un remanente fiel. Lo que lo hace peligroso es que su enseñanza, como toda herejía, “tiene gran similitud con la verdad[42].  Unos predicadores son disimulados, otros son expresamente heréticos, todos adulteran las Escrituras.
Ellos afirman esto[43]:
            1) Dios promete prosperidad y éxito material, a todo aquel que cree con fe en sus            promesas, por lo cual cada creyente debe reclamar dicha bendición. La pobreza   es falta de fe.
            2) La enfermedad es producto del pecado, por cuyo motivo, Cristo cargó             "nuestras enfermedades en la cruz" y por eso nadie tendría que estar enfermo. Si          alguien padece enfermedad es por su pecado y su falta de Fe.
            3) Si ofrendas grandes cantidades de dinero para la "causa" Dios te devolverá     dicho dinero "acrecentado" de acuerdo a tu fe.
Sus frases comunes son[44]:
            ¡Dios te quiere bendecir!
            ¡Dios tiene un regalo para ti!
            ¡Dios quiere solucionar tus problemas y prosperarte!
            ¡Dios quiere tu felicidad!
            ¡Dios quiere cumplir tus sueños!
¡Eres hijo del Rey! te dirán ¡debes reclamar de Dios lo que es legalmente tuyo! Haciendo que seas reclamador y no dependiente y sometido a la Voluntad de Dios. Te harán sentir cómodos diciendo ¡Debes gobernar todo lo que haces, Declara, tu palabra tiene poder! cuando esta nunca fue la actitud de los cristianos en la Palabra de Dios, siempre fue la de humildad y resignación obediente ante un Dios que es Soberano. No existe para ellos la reverencia, sino el ¡Debemos ser influyentes! Adulan a los hombres diciendo: ¡Eres lo más especial para Dios, la niña de sus ojos, la fuerza que lo impulsa! No se conforman al cristianismo de siempre, sino que afirman: ¡El cristianismo debe cambiar, basta de “religiosidad”, debemos adaptar la Biblia a nuestra época moderna! No están conforme con los principios que han regido al cristianismo histórico, fuente de la más fiel santidad al Señor. Dicen: ¡Busca cosas grandes y sin límites! Cuando las Escrituras dicen: “¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques[45].
Al explicar sobre la pobreza dirían: “Básicamente, la pobreza es el resultado del pecado[46]. Pensamientos como este dieron origen a movimientos como “Pare de Sufrir”. Ellos no consideran el sufrimiento como parte de la Voluntad perfecta de Dios.
A todas estas barbaridades contesto: De los muchos títulos que recibe un cristiano, uno es “hijo de Dios”, y otro es “esclavo de Dios”; tenemos los privilegios de un hijo, pero los deberes de un esclavo. Un hijo y un esclavo no mandan y no declaran, solo piden, se someten y obedecen. Si dejásemos de preocuparnos por ser más influyentes y buscásemos ser más obedientes, nuestros problemas como Iglesia se acabarían. Nuestro enfoque en la predicación nunca debiera ser humanista, pero siempre cristocéntrica. Nunca en el Hombre, siempre en Jesús. El Evangelio es estático y dinámico. Estático porque su significado original no debe ser alterado ni transformado. Dinámico, porque debe ser transmitido y difundido por todo el mundo a tal grado que afecte, impacte y cambie las vidas de los seres humanos. El Evangelio no cambia, aún cuando el hombre y su contexto sociocultural cambien. Y esto ¿por qué? Porque el Evangelio se mueve dentro del contexto espiritual de los hombres, y esa situación en todo el mundo es la misma: Todos los hombres pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. La Única respuesta para este problema es el Inmutable Evangelio de la Gracia de Dios. Nosotros adaptamos nuestra época a la Biblia, no la Biblia a los gustos de nuestra época. El Señor busca cumplir su Propósito[47], no mis sueños egoístas y carnales. Si mis sueños surgen y se inspiran de la Voluntad de Dios y su Palabra, veremos su cumplimiento, si no es así, no veremos nada.
Un predicador dijo:
            “El Evangelio de la Prosperidad no es el Evangelio porque lo que hace es            ofrecer a la gente lo que quieren como personas naturales. No tienes que nacer        de nuevo para querer ser rico, y por lo tanto, no tienes que ser convertido para         ser salvo por el Evangelio de la Prosperidad. Cuando llamas a las personas a      venir a Cristo en base a lo que ellos ya quieren, 1 Corintios 2:14 no tiene           sentido (el hombre natural no percibe las cosas del Espíritu, para él son           necedad). Si le ofreces a la gente lo que ellos no consideran como necedad en el             hombre natural, no estás predicando el Evangelio. Y el Evangelio de la     Prosperidad ofrece a las personas lo que quieren como hombres caídos, se los             dan y crecen iglesias, y eso exportamos al África y a las Filipinas, volando en      jets, tomando sus dineros que usan para sus apartamentos de 3 millones de          dólares. ¡Es terrorífico! Lo que exportamos como Norteamericanos ¡No puedo             creer lo que tenemos en la Iglesia! Estoy en una cruzada para crucificar el           Evangelio de la Prosperidad. ¡Odio el Evangelio de la Prosperidad! Porque             amo la gloria de Dios. Entonces, porque tenemos a Jesucristo como un tesoro      que lo satisface todo, glorioso, final, alto, podemos gozarnos en medio de las       persecuciones.[48]
Todo esto, comparando lo que hemos visto en la Palabra de Dios y en la Pandemia de la Prosperidad, nos debe llevar a hacernos estas preguntas:
¿Dios quiere que sea feliz? ¿Dios quiere que sea rico? ¿La enfermedad no es voluntad de Dios? ¿Dios quiere que sufra por Él o que reine y sea de influencia? ¿Y qué si Dios quiere quebrantarme como lo hizo a su Hijo[49]?
Dejo que las palabras del pasado respondan. Una respuesta magistral, clásica y bíblica es esta:
            “No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos      capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que   precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo   de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un           mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales         el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su   cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos.”[50]
Nos lleva a ser conformes a la imagen de su Hijo.[51]
¿Qué debería hacer un cristiano real? ¿Buscar el cumplimiento de todas sus promesas aquí en la tierra, o renunciar a ellas buscando mejor resurrección? Ciertamente, la respuesta más sabia y cristiana es la segunda[52]
Yo sé que Dios nos protege y quiere nuestro bienestar, pero para mí es un ejemplo de vida cristiana ver a muchos que por el Evangelio renunciaron a todo lo que Dios les había dado. Se habla de prosperidad, de que Dios no quiere gente pobre ni enferma, se predica de eso desde los púlpitos, pero se olvidan de miles que mueren por Cristo, en pobreza, tortura y persecución. Ya no se proclama el ejemplo de los mártires del Evangelio, ya no se dice: “Dios... ahora manda a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan[53], tampoco “el que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado[54] ni mucho menos “el que cree en el Hijo tiene la vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él[55], se declara ¡Dios quiere bendecirte, quiere prosperar tus finanzas, quiere sanarte! Palabras lindas y aduladoras, de las cuales todos tienen comezón de oír, sin sufrir la sana doctrina.[56]
¡Nada de renunciar a todo por seguir al Señor!
Que contraste tan marcado vemos en la mentalidad del cristianismo moderno. Por un lado, encontramos a los pastores y ministros de hoy, disfrutando de sus lujos, exigencias, riquezas y comodidades por causa del “evangelio”. Por el otro, los apóstoles de Cristo, que por la Proclamación del Evangelio sufrieron hambre, peligro, desnudez, persecución y espada.
¿Hasta qué punto seguiremos alejándonos de nuestros inicios, de aquella Fe que una vez fue dada a los santos?
Qué incompatibilidad tan amplia entre ellos. Los “ricos y bendecidos” contemporáneos, y el Señor de ellos,  El Maestro que no poseía en que descansar su cabeza.
Nuestra predicación moderna le ha quitado la brillantez del cristianismo. El resultado es lamentable. Antes había más mártires y menos apóstatas. Hoy vemos más apóstatas y menos mártires. Hemos llegado a un punto  en el que no entendemos la conexión entre el cristianismo moderno y el primitivo.
La “sociedad eclesiástica” solo quiere recibir de Dios, pero no quiere darse a Dios en sacrificio vivo[57]. Parecen más una burguesía eclesial que la comunidad de discípulos del libro de los Hechos.
La Joya preciosa del Sufrimiento Cristiano
El padecer por Cristo, por su Voluntad y por Obediencia a su Designio, es una prueba en nuestra vida de que lo amamos sin haberle visto[58]. Una demostración de que Él es precioso para nosotros[59].
Si no somos odiados como dijo el Señor que seríamos, si no somos perseguidos, si todo nos va bien en la vida, debemos preguntarnos si somos cristianos[60]. Si esto solamente es así, algo anda mal con nuestro cristianismo y con nuestra predicación. Deberíamos decir “Predica de tal manera que los que te escuchen si no terminan odiando su pecado terminen odiándote a ti[61]
Como un pequeño paréntesis, no quiero que se piense que estoy en contra de las bendiciones materiales que nos proporciona el Señor, del suspiro y descanso que nos suministra, del sustento y la provisión que su Amor y Gracia nos otorgan[62]. Pero si solamente vivimos en comodidad y confort, y si solamente hablamos de ello, sin ser moldeados a la imagen de Cristo a través del yunque del dolor, si no somos probados por todas las circunstancias para ver si estamos en la Roca[63], entonces no somos cristianos. “... He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece[64]. Sea rico o sea podre, si estoy en Cristo, es la Voluntad de Dios, y la Gloria será para Dios por ambas bendiciones.
Es en nuestra debilidad como humanos cuando reposa sobre nosotros el poder de Cristo[65].
Pero, no crean que yo quede exento de esto. No piensen que he blandido la espada de la Palabra contra sus pobres almas sin ser yo mismo confrontado y herido por el Señor[66]. Yo mismo vengo a ser acusado por esto, y esto me enoja mucho. Al principio dije que estar dispuesto a sufrir era necesario para seguir a Cristo, y realmente lo es. Pero confieso que a mí me cuesta demasiado. Entro en pesadumbre tan solo con sufrir las pruebas leves, que son para mí beneficio me olvido lo que dice la Escritura: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros una cada vez más excelente y eterno peso de gloria”[67], pero sabiendo eso muchas veces me quejo. Creo que la gran mayoría de los cristianos hacemos lo mismo. El profeta Isaías nos dice que le damos a Dios la carga de nuestros pecados, pero no le damos nuestra gratitud por su amor inmerecido hacia nosotros.[68]
Pablo, el gran apóstol de los gentiles, el esclavo de Cristo, no vivió una vida como todos deseamos vivirla[69]. Él murió como mártir, decapitado[70]. Cuando dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo[71], creo que él estaba poniendo su vida como ejemplo común de lo que significa ser un cristiano verdadero.
¿Por qué? ¿Por qué permite Dios que sus siervos sufran? ¿Para moldearles el corazón? ¿Para ver su fidelidad? ¿O lo hace Dios para que sólo lo tengamos a Él?[72] ¿Tendremos envidia de la prosperidad de los malos como la tuvo por un tiempo el salmista Asaf[73]? No me atrevería por mí mismo el contestar estas preguntas, solo Dios; y Él nos ha contestado a través de su bendita Palabra. Es difícil, pero, aún así, en mi corazón está el deseo de sufrir por Él. Es costoso para mí, pero está el deseo que Dios colocó, y Él colocará el hacer[74]. Los Héroes de la Fe[75] murieron de forma horrible, pero en el cielo alcanzaron más allá de lo prometido.
Un predicador dice: “El sufrimiento, para los seguidores de Cristo,  es una señal de que Dios es su Padre[76]
La Escritura dice: “Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero[77].
¿Podría yo salir de este número de nobles testigos? ¿Podríamos tú y yo querer el galardón sin sufrimiento, y la corona sin cruz? ¿Es posible que nuestro anhelo sea llegar al cielo en un lecho de rosas y comodidades, mientras otros usan la maravillosa Gracia[78] de Dios para sangrar y morir por Cristo?
¡De ninguna manera! ¡No puedo desear algo así, es asqueroso e injusto! “Queremos abrazar, sostener, vivir y tener nuestra vida marcada por el resplandor radical, la perseverancia radical, y asumir riesgos y sacrificios... para considerar la gloria de nuestro tesoro[79]
Si Jesucristo es Dios y murió por mí, entonces ningún sacrificio que yo haga por Él puede ser demasiado grande[80].
¡Si mi Señor murió por mí, lo mismo haré por Él, todo lo que tengo es a Cristo! Quitar el sufrimiento por Cristo al cristianismo es dejarlo sin brillo. El cristianismo no es cristianismo sin sufrimiento.
Consideremos el siguiente dato:
            “Se dice que hoy día hay más mártires cristianos que en el Imperio Romano. De acuerdo a un estudio realizado en la Universidad Regent, en el año1999 fueron martirizados 164000 creyentes alrededor del mundo. Se estima que serán,        martirizados 165000 en el año 2000[81]
Imaginémonos cómo estarán las estadísticas actuales. “En algún lugar del mundo, ahora, alguien está muriendo por su fe, y siempre ha sido así. Estamos siendo asesinados todos los días[82]

Un llamado al honor, esfuerzo y sufrimiento cristiano dice:
            “Hombres, no fuimos hechos para vivir como la mayor parte de los hombres        ¡Fuimos hechos para luchar! ¡Fuimos hechos para esforzarnos! ¡Fuimos hechos            para trabajar! ¡Fuimos hechos para conquistar! ¡Fuimos hechos para darnos             para algo que es Eterno!
            ¿Qué mandato le dieron a Adán para que haga? Salir y Someter, traer toda la     Creación en armonía con la Voluntad de Dios. Hacer todo su gobierno, todas    sus cosas, dentro  del contexto de la Voluntad de Dios.
            Ahora vivimos en un mundo caído, que vive en la oscuridad y la muerte, el reino del maligno diseminado por todo el planeta. Usted y yo no fuimos llamados para           jugar videojuegos. Usted y yo no fuimos llamados para sentarnos frente a un televisor. No fuimos llamados para darnos a bagatelas ¡Fuimos llamados a          hacer avanzar un Reino! ¡Vivir con Pasión! ¡Para luchar por Él! Y sólo, de vez en cuando, bajar la espada y buscar una sonrisa.
            ¡Yo quiero pelear! ¡No quiero comodidad! ¡No quiero facilidad en Sión! Porque el Reino de Dios no se construye por los que descansan fácilmente en Sión, sino    por aquellos que salen a la calle a pelear. Y las armas de nuestra milicia no son            carnales, son poderosas: La oración de intercesión, la Proclamación del Evangelio y el Amor Sacrificial.
            Levántate oh Hombre de Dios ¡Haz lo que fuiste llamado a hacer! ¡Se valiente y fuerte! Y sé que te va a costar estar firme al lado de Jesucristo y su Causa   ¡Pero, de esto se trata la Guerra! Hemos recibido una Gran Comisión: ¡Hay un     lugar donde Él no es adorado! ¡No puedo dormir! ¡Hay un lugar donde Él no es             adorado! ¡Esto es para lo que fuimos hechos! Dejar a un lado nuestras     pequeñas causas temporales ¡Y darnos a esta Gran Batalla![83]
¿Qué haremos? ¿Cuestionaremos a Dios por lo que Él hace en su Soberana Voluntad y los usos que le da al don del sufrimiento, o seguiremos sus pisadas por amor a Él y haremos lo que Él hizo por nosotros en la fuerza del Espíritu? No nos olvidemos que Uno que era el más Amado padeció por nuestro castigo, y la paga de nuestra paz fue sobre Él[84].
Las palabras del apóstol traspasan la barrera de los siglos para decirnos:
            “Haya, pues, en vosotros el mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús, el     cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué            aferrarse, sino que se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, hecho           semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí             mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz.
            Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un Nombre que es        sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla de los        que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese   que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre[85].
Cómo debo ahora elevar mi oración
Esta será, después de lo leído, la intriga que reinará en nuestras almas. Es aquí cuando debemos saber cómo orar.
Debo orar primero para conocer la Voluntad de Dios en mi situación, sea esta de felicidad o dolor, sometiendo mi vida a su Propósito, para no caer en las peticiones motivadas por mis deleites carnales[86]. Debo llevar mi vida en comparación con la Palabra de Dios para hallar la dirección oportuna.
Si en Oración y meditación de la Palabra, comprendo cual es su Voluntad, y conozco que lo que vivo es parte de su Designio, pediré consuelo, fortaleza, ayuda, gozo, paciencia y sabiduría. Tal vez no entienda el Plan de Dios, pero si sé que es para mí bien, no pediré que sea sacado de la situación actual. Puede ser que esté con dudas o sin visión del perfecto accionar del Señor en mi vida, y mi alma caiga en la desolación y la incertidumbre. Si desespero, pediré auxilio y reposo, pero siempre deseando que se cumpla su Buena, Agradable y Perfecta Voluntad, y aferrándome a las preciosas y grandísimas promesas de su Palabra. Tanto la cura como la herida son parte de su inefable labor en mi santificación[87]. Él dará la salida en el tiempo oportuno, pero tú y yo debemos soportar, con gozo, el tiempo presente. Cuando Él desee y lo vea beneficioso, sacará nuestras almas del abismo del sufrimiento al campo de pastos fresco de misericordia y verdad.
Le expresaré mis anhelos, mis vacilaciones, mis quejas y mis flaquezas pero, como hizo Cristo, siempre demandaré el cumplimiento de su Santa Voluntad. El Señor se deleita en que expresemos nuestras peticiones, que lo importunemos en oración[88], y que no abandonemos el clamor, pero siempre sometidos a Él. Esta sumisión generará más confianza, y podremos esperar en el Señor, fiándonos que el Sufrimiento tiene un propósito, y que los tiempos de alegría son tan buenos como los de crisis. Sabrás “que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.[89]
Conclusión
Es un desafío para nosotros ver el sufrimiento como parte del Propósito de Dios. El Cristianismo siempre fue imponente cuando daba testimonio de Cristo con la sangre de sus profesantes. Debemos ver el sufrir diariamente, ya sea por persecución, enfermedad o discriminación, como una meta para demostrarle a Dios y al mundo nuestro amor por el Cristo Crucificado y Resucitado. Y así, por el poder de su Espíritu, ser testigos de su Resurrección[90].
Pero esta decisión depende de cada persona. Este es un tema poco tratado en los círculos cristianos modernos y populares, y también difícil de tratar, pero, para cerrar esta exposición, reflexionemos sobre la siguiente frase:
            “Aun los mejores cristianos luchan con la pregunta: ¿Por qué razón un Dios        Todopoderoso envía, o por lo menos permite, el sufrimiento? Cuando le acosen            pensamientos como ese, debe decirse a sí mismo: Aún no me he graduado de la            escuela elemental. Cuando me gradúe de la Universidad de la Vida Cristiana,     podré comprender mejor sus caminos y las dudas cesarán[91].
Debemos dejar de considerar el valor de las cosas en esta tierra, y mirar el galardón precioso y celestial. No ser como los demás hombres, anhelando cosas terrenales, prestigio humano y vanagloria, viviendo como si esta fuese nuestra casa permanente; sino busquemos el “ser humillados con el pueblo de Dios[92], viviendo como Él vivió, andando como Él anduvo[93]. Sigamos a Cristo hacia la Patria Celestial, teniendo por recompensa el sufrir por Él.
Hermano amado, la fe siempre creció mejor en aprietos. “Jesús les prometió tres cosas a sus discípulos: que serían totalmente audaces, absurdamente felices y con constantes tribulaciones.[94]
Así que, ya sea que estés sufriendo persecución de alguna clase (física o psicológica), que vivas siendo despreciado, marginado, odiado, humillado o maltratado por tu fe en Cristo; o incluso que el Señor, para formar tu confianza, mostrándote que Él es lo único para ti, tu máxima posesión, y enseñándote que este Camino realmente es Angosto, permita que sufras enfermedades, amputaciones, dolor, la muerte de algún ser querido, que vivas con un mal incurable, que mires muchos problemas de cualquier tipo a tu alrededor, o estés en pobreza, no te desanimes; tú eres un creyente. Mantente fiel, para la gloria de Dios, sigue marchando hacia la Ciudad Celestial, llevando en alto la Bandera de Cristo.
            “Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no   tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la porvenir[95].
¿Estamos dispuestos?




[1] Mateo 5:10-11
[2] Mateo 8:19-20
[3] Lucas 14:27
[4] Isaías 53:3b
[5] Hechos 2:32
[6] Juan 13:15. Mateo 28:20
[7] Samuel Rutherford, Siglo XVII.
[8] 2 Timoteo 4:6-8
[9] Filipenses 1:29
[10] 1 Pedro 2:21
[11] 1 Pedro 4:13
[12] Hebreos 13:8
[13] 1 Pedro 1:6-7
[14] Hebreos 5:8
[15] www.gbasesores.com/observatorio/ideas/CSLewis.html‎
[16] C.S. Lewis, La Eficacia de la Oración.
[17] Salmo 11:6; Isaías 53:10-12; Lucas 22:42
[18] Romanos 5:3-5
[19] Gene Edwards, Perfil de Tres Monarcas.
[20] 1 Samuel 24 y 26
[21] 1 Pedro 3:17
[22] 1 Pedro 2:19-21
[23] Video: John Piper, Niégate a ti mismo y Toma tu Cruz
[24] Oswald Chambers
[25] San Francisco de Asís.
[26] Mateo 7:23
[27] Juan 15:18-20
[28] Mateo 10:22
[29] 2 Timoteo 3:12
[30] Hechos 5:41
[31] Hechos 14:22
[32] Filipenses 3:10
[33] Filipenses 1:29; 2:5
[34] 1 Corintios 4:9-16
[35] Ver 1 Corintios 9:22-27
[36] Andrew Murray, D.D. Siglo XX
[37] Lucas 14:25-33
[38] 1 Pedro 4:1-2
[39] 1 Pedro 4:12-16
[40] Edwin Louis Cole, Hombría al Máximo.
[41] Charles H. Spurgeon, Príncipe de los Predicadores
[42] J.C. Ryle, Advertencias a las Iglesias
[43] http://www.iglesia.net/index.php/estudios-biblicos/leer/el-falso-evangelio-materialista-de-prosperidad-sanidad/
[44] http://www.iglesia.net/index.php/estudios-biblicos/leer/el-falso-evangelio-materialista-de-prosperidad-sanidad/
[45] Jeremías 45:5
[46] Luis Palau, La Prosperidad
[47] Salmo 138:8; Isaías 43:13; 1 Juan 5:14
[48] Video: John Piper odia el evangelio de la prosperidad
[49] Isaías 53:10-12
[50] Clive Staples Lewis (1898-1963)
[51] Romanos 8:29
[52] Hebreos 11:34-40; Filipenses 3:7-9; 1 Corintios 9:11-23
[53] Hechos 17:30
[54] Juan 3:28
[55] Juan 3:36
[56] 2 Timoteo 4:3
[57] Romanos 12:1
[58] 1 Pedro 1:7-8
[59] 1 Pedro 2:7
[60] Salmo 73
[61] Martín Lutero
[62] 2 Corintios 9:6-12; Filipenses 4:19; 2 Corintios 8:9
[63] Mateo 7:24-29
[64] Filipenses 4:11-13
[65] 2 Corintios 12:9
[66] Job 5:18; Salmo 119:75-77; Hebreos 4:12
[67] 2 Corintios 4:47; ver Santiago 1:2
[68] Isaías 43:21-25
[69] Gálatas 5:11; 2 Corintios 1:8-11; 2 Corintios 11:23-33;Hechos 20:19-24
[70] Justo L. Gonzales, Historia del Cristianismo
[71] 1 Corintios 11:1
[72] Isaías 45:5-7,22; Salmo 16:5-6; Santiago 4:5. Leer el libro de Job
[73] Salmo 73
[74] Filipenses 2:12-13; Filipenses 1:6
[75] Hebreos 11:35-40
[76] Video: John Piper, Niégate a ti mismo y Toma tu Cruz
[77] Romanos 8:36
[78] 1 Corintios 15:10
[79] Video: John Piper, Niégate a ti mismo y Toma tu Cruz
[80] C.T. Studd
[81] La Voz de los Mártires. www.persecution.com
[82] Video: John Piper, Niégate a ti mismo y Toma tu Cruz
[83] Paul Washer, Sermón El Hombre Bíblico
[84] Isaías 53
[85] Filipenses 2:5-11
[86] 1 Juan 5:14; Santiago 4:3
[87] Salmo 119:67,71,75-77
[88] Lucas 18:1-8
[89] Romanos 8:28
[90] Hechos 1:8
[91] Richard Wurmbrand, encarcelado por un total de 14 años en Rumania por Predicar el Evangelio, Locos Por Jesús.
[92] Hebreos 11:25
[93] 1 Juan 2:6
[94] G.K. Chesterton
[95] Hebreos 13:13-14

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